sábado, 3 de noviembre de 2012

¿Dónde está Saldarriaga?


Este año entre los candidatos  para la presidencia de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Costa Rica (FEUCR) se escucha un acento diferente. Un acento debilitado por costarriqueñismos, pero al fin y al cabo, un cantado distinto.

Es Juan Camilo Saldarriaga, representante del partido Proge, de 21 años y proveniente de Medellín, Colombia. Es refugiado político en Costa Rica desde el 2002 y estudiante de las carreras de filosofía y economía.

De voz sutil y amable. Lleva el pelo corto, de cejas negras y gruesas; en su rostro una de esas barbas que después de rasuradas no pasan dos días y vuelven a ser las mismas.
De paso lento, por el problema de neuritis ciática que padece. Dolor que en las últimas semanas aumentó por el ajetreado trabajo que conlleva ser candidato de la FEUCR, y que lo hizo vérselas con las vacunas.

Sus compañeros de campaña llevan el teléfono móvil en la mano para tratar de contactarlo todo el tiempo. Tiene la maña de andar su teléfono en silencio, por eso nunca contesta y  nadie sabe dónde está Camilo.
A veces da la sensación de que se está escondiendo de la gente que lo hostiga. Como hace más de diez años su padre tuvo que hacerlo.

Esa vez no fue para descansar de sus obligaciones, sino para  salvar la vida de su familia. Estaba siendo amenazado por el Cartel de Medellín y la agrupación terrorista de las FARC.
Fernando, padre de Camilo e ingeniero civil, era dueño de una constructora y de una empresa de materiales de construcción en Colombia. Él fue contratado para la elaboración de dos centros comerciales en Medellín. Inició y terminó las obras como en cualquier otro trabajo, sin embargo en esta ocasión no lo había contratado cualquier persona. Una de ellas  estaba involucrada con las agrupaciones que más adelante lo llenaron de amenazas. 

Le dieron un ultimátum. Debía pagar una cantidad de dinero que prefirió no decir. Si no lo hacía, él junto con su esposa y tres hijos: Aura, Juan Camilo y Luis Miguel, serían asesinados. Fernando tuvo que huir.

En Colombia, el niño Camilo, siempre estuvo rodeado por personas prominentes, como políticos y gente adinerada, ya que su padre tenía un vínculo económico por medio de la constructora con sectores importantes de ese país.

Una década después la constructora ya no existe, los títulos en ingeniería civil del padre de Camilo no sirven en Costa Rica. El cemento de las grandes construcciones lo cambiaron por masa para hacer pan en su pequeña panadería colombiana ubicada en San Pedro de Montes de Oca.
A pesar de  todo, lo que no cambió fue ver a Camilo rodeado de gente prominente, pues se ha codeado con líderes juveniles a nivel mundial, estuvo en foros internacionales de temas relacionados con los derechos sexuales y reproductivos.

Además participó como panelista en el VI Congreso Centroamericano de ITS y VIH/SIDA. También representó a la Sociedad Civil en la Organización de las Naciones Unidas.

Camilo luchó para cambiar la ley que no permitía que extranjeros se postularan para la presidencia de la FEUCR. Lo logró. Y es lo que hoy le permite ser el primero en participar en estas justas como cabeza de partido.

Camilo tiene su uniforme: camiseta amarilla con el símbolo del partido al que representa en el pecho. Pantalones holgados y unos tenis con la suela gastada principalmente en la parte del talón, quizás por el desplazamiento que hace de aula en aula todos los días para dar a conocer sus propuestas.

Su agenda está apretada. Tanto así que ni él mismo sabe lo que tiene que hacer. Normalmente se presenta en frente del pretil de la UCR, donde está ubicado el toldo de su partido, y Marcela, la dirigente de campaña, le dice adónde ir y a qué hora.   

Cuando Camilo y sus compañeros del partido se reúnen a un lado del toldo para hablar sobre las novedades de las elecciones, él, simplemente escucha y asiente en lo le dicen. Opina poco y es muy callado. Como si en su cabeza todo estuviera bajo control y está ahí sólo para hacer acto de presencia.

Cuando se trata de la relación con las demás personas, Camilo procura ser sonriente y complaciente, cual político en búsqueda de votos. Sin embargo, a él le sale con naturalidad, ligereza y espontaneidad.

Ha conocido mucha gente durante las elecciones. Por lo que no es raro escucharlo preguntar por el nombre y las carreras que cursan quienes lo saludan.
Uno de ellos le recuerda que el debate federativo está a punto de comenzar. Y dale. Para allá va, con su lento y tranquilo caminar.

¡Camilo, una foto! Saldarriaga vuelve a ver y sonríe. Subida al Facebook de “Voz UCR” horas después. Los mediadores hacen las preguntas respectivas. Juan Camilo toma el micrófono, define sus ideas y propuestas, mientras mueve marcadamente sus cejas gruesas hacia arriba y abajo cuando quiere dar énfasis a las palabras.

Esta podría ser la primera vez que se escuche un acento extranjero liderando la FEUCR, un acento debilitado por costarriqueñismos, pero al fin y al cabo, un cantado distinto.





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